Empezar un partido perdiendo es injusto, salir del vestuario, saludar al que va a ser tu rival durante los siguientes noventa minutos e inmediatamente darte cuenta que el marcador ya indica que vas por debajo, parece injusto. Una sensación de impotencia e incredulidad se debe apoderar momentáneamente de la mente de los jugadores que antes de estirar las piernas ya saben que van a tener que correr más desde muy temprano. Todo fue culpa de CR7.
Como jugador extranjero que es, CR7 no tiene por qué conocer la legendaria historia que rodea a La Catedral del fútbol español. Probablemente ignore, o quizá no, que en el estadio vasco se han vivido algunos de los episodios balompédicos más importantes, que por ese césped han corrido, bregado, guerreado y triunfado, cientos de jugadores que han marcado épocas durante un siglo. Pues si desconocía todo eso, hoy ha despedido a San Mames con el honor de adversario implacable que merece el viejo escenario vizcaíno. Desde el primer minuto en el que consiguió una falta que transformó en elegante tanto, hasta que fue sustituido cerca del pitido final, fue entonces, en su "Adiós", cuando recibió una sonora pitada; CR7 honró la memoria de San Mamés, la memoria del fútbol, pero también recibió, y todo ello con Jonás Ramalho “colgado encima de él”. Probablemente, el que mejor cubrió su marca fue precisamente Ramalho, aunque su marcado acabase metiendo dos balones en la red de Iraizoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario