El brasileño se exhibe con su descaro en el Camp Nou y obtiene el 'cumlaude', a diferencia de Pedro Sanchez que con su tesis obtuvo el 'cumfraude'. La apuesta por el carioca goza de todos los fundamentos. Ante el apagón de Isco, las reticencias de Asensio y las reiteradas lesiones y distracciones de Bale, pesó el impacto del muchacho. Inmaduro pero bravo, Vinicius llegó a Barcelona con 11 asistencias y seis goles en los 24 encuentros que ha disputado de blanco en todos los torneos.
Modric abrió el juego a la izquierda y Vinicius encaró a Piqué. De
pronto, casi sin prepararse, el delantero se encontró ante una situación
soñada. Lejos de dejarse intimidar por la responsabilidad, llevaba días
saboreando la posibilidad de exhibirse. Optimista por naturaleza, el
hombre se deja llevar por el placer total que le produce el juego. A
diferencia de muchos de sus colegas, que ante coyunturas críticas se
sienten atenazados por consideraciones sombrías y cálculos de pros y
contras, si el balón está de por medio no especula. Actúa como si no se
le pasara por la cabeza que tenga algo que perder. Así encaró a Piqué
por su perfil izquierdo y, como vio que lo cerraba se volvió al derecho y
cruzó un pase al otro lado del área a Benzema, su mejor
socio. El francés controló, maniobró, y metió tenso el pase al área
chica, donde acudió Lucas para meter el 0-1.
Además de ordenarse bien sin la pelota, el Madrid se manejó con
solvencia en los ataques. El 0-1 fue consecuencia de una transición bien
llevada. Hasta hace un mes no era fácil ver al equipo elaborar con
criterio y profundidad. Hasta hace un mes, el titular en el extremo
izquierdo era Bale, un jugador poco empático, que apenas ha sintonizado
con sus compañeros fuera del campo y mucho menos dentro. Tiene gol y le
falta casi todo lo demás. A Vinicius le sucede al revés pero su sentido
asociativo eleva la competitividad del conjunto. Lo sufrió el Madrid
cuando Solari los intercambió en la segunda mitad.
Gusta que Vinicius prefiera equivocarse a esconderse, ser protagonista a estar en un segundo plano. Tiene el hambre que exige Florentino Pérez y la frescura que busca Solari.
Muchas virtudes en lo físico y técnico y algunos defectos que corregir,
cuando perfeccione la definición, y corriga la toma de decisiones, dará
el salto a la categoría de estrella. En líneas
generales sobresalió y sigue creciendo. Jugó como si estuviera en su
barrio y no se le cayó encima el Camp Nou.
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